¡Mi hijo tiene miedos y no duerme! ¿Cómo lograr que pase una noche tranquila?


Por Victoria González Descloux

2/12/19

El miedo es una de nuestras 5 emociones primarias, y sirve para protegernos y estar alertas ante situaciones de peligro. ¡Es normal sentirlo! Los adultos sabemos cómo apaciguar este tipo de momentos, y si no, nos aguantamos, pero los niños apenas se enfrentan a las emociones y poco a poco van adquiriendo herramientas para manejarlas.

Los niños empiezan a tener miedo entre los 3 y los 5 años, y normalmente sucede durante la noche. ¿Qué chiquillo no se ha despertado gritando después de una pesadilla? Como todo, el miedo en los pequeños tiene una explicación -o varias-:

  • A esa edad, todavía no saben distinguir lo real de lo imaginario.
  • Todos los días, están en contacto con cosas nuevas y su cerebro trabaja como máquina sin parar.
  • Su imaginación es ¡enorme!
  • Normalmente, los pequeños nunca están solos por lo que al despertar por las noches (súper común por los ciclos de sueño), no saben cómo volver a dormirse sin compañía.

Todos los padres pasamos por esta temible etapa y para algunos, puede volverse verdaderamente insostenible; por eso te damos algunos consejos para ayudar a tus hijos a dormir tranquilamente toda la noche.

  1. Antes de intentar cualquier remedio, es importantísimo hablar con ellos e identificar qué les asusta. Los miedos varían según la edad, pero pueden ir desde imaginarse monstruos o zombies debajo de la cama, insectos o animales o escenas de alguna película de terror hasta temer a la muerte. Con independencia de cuál sea la causa, NO debemos ridiculizarlos ni burlarnos de ellos: todos los miedos son igualmente válidos.
  • Los niños son muy lógicos, así que demuéstrales con hechos que no hay por qué tener miedo: revisen juntos el clóset, apaguen la luz y caminen por la casa, busquen arañas o bichos, etcétera. Poco a poco ellos mismos se darán cuenta que todo está en orden.
  • Enséñales a dormirse solos. Este es probablemente el paso más difícil y se requiere mucha -muchísima- paciencia. Debe hacerse poco a poco y con metas sencillas, un día a la vez. Por ejemplo, empieza por darle la mano en lugar de abrazarlo, después quédate parada a lado de la cama y cada día un poco más lejos, hasta que logres salirte de la habitación mientras siga despierto, etcétera. El proceso es tardado y probablemente tengas que repetirlo muchas veces, pero ¡funciona! Por supuesto, si te llama en la noche, acude a verlo y dale un beso, pero no duermas con él ni lo lleves a tu cama; aunque hará que todos pasen mejor rato, esto sólo arreglará el problema de momento.
  • Creen juntos un objeto de protección. Estos “amuletos” pueden ayudarte mucho a la hora de dormir. Un suéter o una bufanda tuyos, acompañados de un cuento sobre sus poderes mágicos, serán sin duda su escudo nocturno. Preparen juntos un spray anti-pesadillas o anti-monstruos, con ingredientes secretos, para alejar a los malos. Hay un sinfín de ideas: encuentren juntos la que les funcione.

La etapa de los miedos, como todas las demás, pasará. ¡Paciencia! 

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